La madre de Yennely se dirigió ayer al cementerio de Cotuí en donde reposan los restos de su amada hija y su marido, al que perdió hace dos años, para llevarle unas flores.
La tragedia aún mantiene estremecidos a los comunitarios en Cotuí, y el corazón de Yenny Hilario sigue latiendo con el recuerdo de su querida hija, Yennely, cuyo amor por las mariposas aún vive en las paredes de su antigua habitación, adornadas con los dibujos que ella misma mandó hacer cuando era solo una niña.
La justicia comenzó a trazar su camino el jueves, cuando la presunta homicida, Ammy Hiraldo, de 21 años, se entregó a las autoridades y confesó su terrible crimen. A
hora, Ammy Hiraldo aguarda en manos de la ley, enfrentando la perspectiva de un juicio que probablemente la condene a muchos años de prisión por sus acciones.
Descrita como una chica alegre y amorosa, Yennely dejó una marca indeleble en aquellos que compartieron su vida. Sus últimos días estuvieron llenos de momentos de felicidad y cercanía, como si estuviera despidiéndose del mundo sin siquiera saberlo.
Disfrutó de conciertos, días en la playa y momentos con sus seres queridos, dejando atrás los tiempos difíciles que había enfrentado anteriormente.
«Ella fue al concierto de Karol G, estuvo en la playa, ese mismo día se fue al salón, fue a arreglarse sus uñas, tenía el deseo de comerse un Mondongo. Estuvo feliz, gracias a Dios», manifestó.
A pesar de la profundidad de su sufrimiento, la madre de Yennely no guarda resentimiento hacia la familia de la homicida confesa, reconociendo el dolor que también deben estar experimentando.
«Están pasando un mal momento, pero tienen a su hija. Le pido a Dios que les de fortaleza, porque cuando un hijo comete esa barbaridad se mueren en vida. Pero yo ya no tengo a mi hija», expresó.
La vida de Yennely estuvo marcada por momentos difíciles, incluida una lucha contra la depresión que la llevó a buscar ayuda psiquiátrica. Sin embargo, había encontrado una luz al final del túnel y estaba en un momento de plenitud cuando su vida fue truncada.
En un emotivo acto de recordación y búsqueda de justicia, familiares y amigos se congregan en San Francisco de Macorís para honrar la memoria de Yennely y exigir que se haga justicia por su muerte.
En medio de la multitud, Angelina, amiga cercana desde la infancia, recuerda con cariño los momentos compartidos con la joven que ahora vive en su memoria.
“Sabemos que ella es la principal autora del crimen, pero sabemos que hay otra persona detrás”, confiesa. Respaldando su teoría, indicó que “el celular de Yennely está desaparecido y lo están usando”.
Los familiares y más allegados de la difunta creen y se mantienen firmes en la idea de que este crimen no fue cometido por una sola persona. “Parece que le importa mucho la persona que la ayudó a porque se está echando la culpa solo a ella”, termina diciendo.