Santo Domingo.- En un entorno donde la calidad del sistema de salud pública en la República Dominicana está bajo el escrutinio, un nuevo caso suscitado en el Hospital Doctor Vinicio Calventi ha salido a la luz. Lisbeth Suriel, una joven de 24 años que había acudido a dicho centro para dar a luz, denunció haber sido víctima de un trato inadecuado que comprometería tanto su salud como su integridad tras una cesárea. Esta situación ha provocado una reacción en cadena y diversas manifestaciones de interés por parte de la opinión pública, ocasionando interrogantes sobre los procedimientos que llevan a cabo en el mencionado hospital.
Hospitales bajo la lupa: ¿negligencia o procedimiento falto de atención?
Suriel expuso que fue dada de alta tras un paso por la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), a pesar de no encontrarse estabilizada. La joven declaró que su salida precoz desencadenó una serie de complicaciones que no solo afectaron su salud física, sino también su bienestar emocional. Según su relato, al llegar a casa, se vio obligada a manejar sus heridas con recursos inadecuados, lo cual describe como una violación evidente a los estándares de atención médica requeridos para alguien que ha pasado por un procedimiento invasivo.
A pesar de las declaraciones oficiales del hospital, que insisten en el cumplimiento de los protocolos pertinentes, Suriel sostuvo que su experiencia fue un claro ejemplo de negligencia médica. Ella describe su salida del hospital con una infección grave y niveles de glóbulos blancos alarmantemente altos, lo cual está dentro de los indicios de una atención incorrecta. Esto es un indicativo de la necesidad de revisión de las medidas sanitarias e intervenciones post-operatorias prestadas en los centros de salud pública.
Respuesta institucional y el llamado a la supervisión
Tras el traslado de Suriel al Hospital Materno Dr. Reynaldo Almánzar, y con la intervención del Defensor del Pueblo, recibió la atención que previamente se le había negado, lo que significó una mejora progresiva en su recuperación. La joven no tardó en destacar la diferencia en los cuidados y en el acompañamiento humano que allí recibió, sugiriendo una inquietante disparidad en el estándar de servicios médicos entre distintas instituciones públicas.
La doctora Alfaro, directora del Hospital Calventi, defendió la actuación de su equipo médico, afirmando que el nacimiento del hijo de Suriel presentaba complicaciones que demandaron una decisión rápida. No obstante, Suriel refutó estas afirmaciones, indicando que su bebé nació en condiciones óptimas y que, contrariamente a lo expuesto por el personal médico del Calventi, fue dada de alta sin complicaciones, poniendo el foco en las deficiencias del trato recibido.
Esta denuncia resalta preocupaciones sobre la supervisión y la calidad de los servicios médicos en hospitales públicos, reiterando la necesidad urgente de un sistema de salud con protocolos claros que aseguren el bienestar de los pacientes desde el diagnóstico hasta su total recuperación. La comunidad y diversas organizaciones han expresado su solidaridad con Suriel, llamando a las autoridades a responder con medidas concretas que garanticen la seguridad de futuros pacientes. Este caso, no aislado, abre nuevamente el debate sobre las normas de egreso hospitalarias y la formación continua de los profesionales de salud.
Actualmente, Suriel, que sigue en proceso de recuperación, continúa exigiendo responsabilidad por parte de quienes deben velar por la salud de los ciudadanos. Su petición se centra en que se realice una investigación exhaustiva que corrobore los procedimientos aplicados y rectifique cualquier falla que haya comprometido su bienestar. La joven mantiene su esperanza en que las autoridades del Ministerio de Salud emprendan acciones para asegurar que ninguna otra mujer tenga que enfrentar experiencias similares. El desarrollo de este caso está bajo la expectativa pública de un seguimiento institucional que garantice una evaluación justa y la implementación de mejoras efectivas en el sistema de salud.