El artista priorizaba en sus plegarias a médicos, policías, bomberos y su familia antes que a sí mismo.
Durante una entrevista concedida al humorista Carlos Sánchez en un pódcast, el merenguero Rubby Pérez reveló que desde el inicio de la pandemia adoptó el hábito de orar todos los días a las 10:00 de la noche.
Este espacio de una hora lo consideraba un momento de conexión directa con Dios, en el que seguía un orden específico para pedir por los demás antes que por él mismo.
En su oración diaria, Rubby Pérez comenzaba incluyendo a médicos, enfermeras y al personal de salud, a quienes consideraba los primeros en la línea de batalla.
“En esa conversación mía con Dios, los primeros que están en la punta de lanza son los médicos, las enfermeras y las personas que trabajan en los hospitales, yo digo: – Señor, encárgate de ellos y protégelos”, confesó.
Explicó su razón para darles prioridad con una pregunta y su propia respuesta: “¿Por qué? Porque sin ellos no trataríamos de mantenernos sanos, los que supuestamente estamos sanos, cuídalos a ellos, devuélveles su salud a los que están perdiéndola o la hayan perdido”.
Después pedía por los policías, resaltando los riesgos que enfrentan a diario. “Voy y digo: – protege a quienes nos cuidan en la calle, los policías en primer grado. Andan exponiendo sus vidas. Lo que le pagan a un policía no compensa el riesgo que ellos andan haciendo en la calle. Pero nadie piensa en eso”, reflexionó el artista.
También mencionaba en sus plegarias a los militares, por la exposición constante al peligro en sus funciones, y a los bomberos, cuya labor valoraba con gran respeto.
“Se arma un fuego y salen corriendo, no le importa lo que sea, van y se meten con ese fuego con un tanquecito ahí atrás, algunos, otros sin nada, a tratar de parar ese fuego. Y si alguien que está corriendo peligro, ellos no le importa que su vida está corriendo peligro, van a salvar”.
Para Rubby Pérez, estas profesiones conformaban una cadena de sacrificio que, según sus palabras, es poco reconocida por la sociedad. “Es una cadena de personas que son sacrificadas, que la gente piensa muy poco en ellos, porque todos piensan en sí, en sí, en sí y se olvidan del otro”, señaló.
Al final de sus oraciones, incluía a su familia, sus hijos, sus hermanos, y luego a sus músicos. Por último, oraba por él mismo, pidiendo salud y que su garganta se mantuviera en buen estado, ya que era su principal instrumento para seguir cantando.